Ahora pienso, que cuando veo las fotos mías de bebé nunca me ha pasado por la mente fijarme en como se ve físicamente mi mamá en esas fotos. No sé como se sentía ella, sólo sé que yo la veo ¡hermosa, feliz, dichosa! ¡Que tonta he sido durante todos estos meses! Es muy probable que Sebastián ni siquiera note todos los defectos que veo en mí. Porque la realidad es que ninguna de esas fotos se tratan de mi, si no de un recuerdo para el futuro. Un recuerdo de felicidad, de una mamá inmensamente feliz con su amado hijo. Y para mí, eso es lo que realmente importa.
Quiero conservar todas las risas, alegrías y momentos felices que vivimos día a día. Quiero dejar de ser tan perfeccionista, ya que la perfección no va de la mano con la maternidad. Quiero dejar a un lado la vanidad y la ridiculez. Quiero dejar de ser tan fuerte conmigo misma. Quiero que cada foto refleje amor. ¡Quiero inmortalizar nuestra felicidad!